Literatura germánica temprana

El primer período de la literatura medieval en lengua germánica se extiende desde la dinastía carolingia germana hasta mediados o finales del siglo XI. Las obras de este período, con alguna excepción, están escritas en alto alemán antiguo.

La literatura en esta lengua fue producida por los escribas de diversos monasterios (en particular la abadía de San Galo, en la actual Suiza; el monasterio de Reichenau, en el Lago de Constanza; y la abadía de Fulda, en el centro de la actual Alemania). Este interés por preservar la poesía épica en alto alemán antiguo por parte de los eruditos del renacimiento carolingio proviene en primer lugar del propio Carlomagno, quien ordenó que los lais épicos fueran registrados para la posteridad. Pero el celo religioso y la negligencia de las siguientes generaciones nos han dejado con una escasa muestra de esa literatura. Ya Ludovico Pío, hijo y sucesor de Carlomagno mandó destruir la colección paterna por su contenido pagano.

Ese origen en scriptoria eclesiásticos y este filtro de las generaciones posteriores explican por qué la mayor parte de estas obras son de naturaleza eclesiástica, y por qué el vocabulario utilizado muestra una clara influencia del latín eclesiástico. De hecho, muchas son traducciones de originales en latín, y alguna se ha conservado sólo porque fueron escritas en los espacios en blanco de códices religiosos.

Generalmente se toma al diccionario Abrogans como el texto más antiguo conservado. Se trata de un glosario latín - alto alemán antiguo, datado hacia 765-775, aunque los tres manuscritos que se conservan son algo posteriores (el más antiguo de 810). En origen era un glosario latino que explicaba expresiones poco comunes que aparecen en el latín bíblico, y posteriormente a una de sus copias se le añadieron sus equivalentes en alto alemán. Así fater > faterlih, pero pater > abba. Contiene unas 3760 palabras en alto alemán antiguo, 700 de las cuales no aparecen en ningún otro texto. El nombre de la obra procede de la primera palabra que aparece en el texto abrogans > dheomodi (alemán actual demütig : modesto, humilde).

La Oración de Wessobrunn y el Cantar de Hildebrand son los textos más antiguos que no dependen de originales latinos. Ambos se conservan en manuscritos del siglo IX, pero provienen de copias anteriores.

La Oración de Wessobrunn contiene una alabanza sobre la Creación, en nueve versos aliterados y un pequeño texto en prosa que, unido a lo anterior, constituye un pequeño rezo sobre la sabiduría y la fuerza para evitar el pecado. Esta estructura podría ser una reminiscencia de los hechizos germánicos, pues se repite en los Encantamientos de Merseburg. La obra toma su nombre de la abadía de Wessobrunn, en Baviera, lugar en el que su único manuscrito conservado residíó durante siglos (aunque no fue escrito en esta zona). El manuscrito, que contiene otros setenta textos cortos en latín, fue finalizado en el año 814 (se nombra la muerte de Carlomagno en la última página), aunque el texto es algo anterior, de la década de 790, y tal vez proceda de un modelo anglosajón anterior, adaptado a las misiones cristianas de la región.

Por su parte, el Cantar de Hildebrand es un breve texto heroico en verso aliterado. Se encuentra en dos hojas de pergamino, la primera y la última de un códice teológico, que se escribieron, por dos escribas distintos, en la década de 830. Se conservan 68 versos, y aunque el texto termina en mitad de una línea, se cree que no se han perdido más que una docena de versos. Se acepta que el contenido procede de una fuente oral, pero ciertos detalles parecen indicar que el copista no conocía de primera mano los procedimientos de la forma poética, así que el texto conservado, en el que aparecen extraños rasgos de sajón antiguo, debió ser copiado de alguna fuente intermedia. En cuanto al contenido, su trasfondo está escogido de material legendario sobre Teodorico, pero no hay evidencia histórica de los personajes. El texto cuenta el trágico encuentro en el campo de batalla entre padre e hijo. En las líneas iniciales, dos guerreros, probablemente los campeones de sus respectivos bandos, se preparan para luchar. Hildebrand, siendo el mayor, le pregunta a su rival su identidad y su parentela. El otro dice ser Hadubrand, y aunque no conoció a su padre, los ancianos le han dicho que fue Hildebrand, quien murió en el este al servicio de Dietrich (Teodorico), donde éste había huido para escapar de la ira de Otacher (Odoacro). Hildebrand le responde que no debe luchar contra un pariente tan cercano, y le ofrece unos brazaletes de oro, regalo del Señor de los Hunos. Hadubrand rechaza la oferta, acusando a Hildebrand de intentar engañarlo y tal vez de ser un cobarde. Hildebrand acepta su destino: el honor no le deja más opción que luchar contra su hijo. El poema concluye con el inicio de la lucha, cuando los escudos de ambos se quiebran. Otras fuentes del mismo relato, algo posteriores (una balada feroesa y un par de cantares nórdicos), ofrecen un par de posibles finales: o bien Hildebrand mató a su hijo (lo que sucede en las fuentes más antiguas), o bien hay una reconciliación después de que Hadubrand sea vencido (una concesión al espíritu cortés).

En un sajón antiguo algo artificioso se escribió el poema épico en verso aliterado Helliand (que significa salvador), una paráfrasis bíblica sobre la vida de Jesucristo. Sus seis millares de versos se conservan en dos versiones manuscritas y cuatro versiones fragmentarias, que pueden fecharse a comienzos del siglo IX. Su contenido sintético entre el sentimiento cristiano y la sociedad guerrera permite suponer que fue escrito para ayudar en la conversión de los sajones. Su texto no se basa directamente en el Nuevo Testamento, si no en el Diatessaron (el intento de fusionar los Evangelios atribuido a Taciano).

Del mismo período, y también en sajón antiguo, encontramos un Génesis, fuente del poema con el mismo título que, en anglosajón, se encuentra en el manuscrito Junius. El estilo es tan parecido al de Helliand que sus versiones iniciales podrían ser obra del mismo autor. Los tres fragmentos del Génesis aparecen en un manuscrito datado a mediados del siglo IX. El primero es una intervención de Adán después de la Caída; el segundo trata sobre Abraham y Sodoma; y el tercero sobre Caín y Abel. Aunque el texto conserva la aliteración y las expresiones formulaicas, la extensión de sus oraciones y el uso más extendido de partículas analíticas (en lugar de terminaciones de casos) son muestra de que pertenecen a una tradición escrita de mayor duración.

Otfrid de Wissenbourg es el primer poeta en lengua alemana cuyo nombre se ha conservado. Nacido hacia el 800, fue monje en la abadía de Wissenbourg. Escribió diversas obras en latín, incluyendo glosarios y comentarios bíblicos. En alto alemán antiguo escribió el Libro de los Evangelios, un conjunto de 7104 pareados que constituye la primera muestra de poesía con rima (en lugar de aliteración). Se trata de una armonía evangélica (una fusión de los cuatro Evangelios en un único texto sin contradicciones), conservada en cuatro manuscritos de la época (uno de ellos de forma fragmentaria). El texto fue completado entre 863 y 871. Es interesante que el propio autor escribiera un prefacio explicando sus motivos para escribir la obra en lengua vernácula, y que junto a las dedicatorias incluyera una carta que detallaba los problemas que había encontrado al escribir en alemán, tanto en ortografía como en gramática.

Datado también hacia 870 nos encontramos el bávaro Muspilli, otro ejemplo de cristianismo germánico primitivo. Un largo fragmento sobrevivió en los márgenes y páginas en blanco de un códice, pero el inicio y el final del poema no han llegado a nuestros días. El texto trata sobre el destino de las almas tras la muerte: los ejércitos del cielo y del infierno batallan por el alma de cada difunto, y el bando vencedor se lleva su trofeo. A continuación la obra se centra en otra batalla: la de Elías contra el Anticristo, que precederá al Día del Juicio. El Anticristo es vencido, pero la sangre que mana de las heridas de Elías caerá al mundo, quemándolo todo y trayendo el muspilli (una especie de cataclismo por fuego). El resto del poema se centra en la Resurrección y el Día del Juicio. Se ha teorizado sobre las conexiones entre el contenido y lo que sabemos sobre el Ragnarök : el Anticristo y Elías serían Surt y Thor, y muspelli palabra desconocida en otras obras veterogermanas, vendría de Muspelheim, el reino de fuego.

El breve Cantar de Ludovico celebra la victoria del ejército franco, liderado por Luis III, sobre los vikingos daneses en la batalla de Saucourt (881). Como quiera que habla del rey Luis en presente, y éste murió al año siguiente de la batalla, la fechación es trivial. El poema contiene 59 pareados en alto alemán antiguo, y se conserva en un manuscrito de la época. Aunque pertenece a un género germánico (la alabanza al guerrero), el poema sigue la ética cristiana, pues todo se cumple siguiendo la voluntad de Dios: los daneses han sido atraídos a las tierras francas para recordar los pecados de sus habitantes, mas el rey Luis también ha sido inspirado, y decide armar a sus tropas.

El incompleto Cantar de San Jorge cuenta con 57 versos, también en alto alemán antiguo. Su origen se sitúa en la abadía de San Jorge, fundada en 888 en la isla Reichenau (Lago de Constanza). El texto, compuesto en el siglo IX, fue transcrito hacia el año 1000, en el mismo manuscrito donde se encuentra una de las copias del Libro de los Evangelios.

Los Encantamientos de Merseburg son el único testimonio de la literatura germánica precristiana. Se trata de dos hechizos mágicos escritos en alto alemán antiguo, que fueron hallados en un libro litúrgico de Fulda, fechado en el siglo IX o X (aunque el texto de los Encantamientos podría ser incluso del siglo VIII). Su nombre procede del cabildo catedralicio de Merseburg, en cuya biblioteca fueron guardados. Cada ensalmo posee dos partes: un preámbulo con un suceso mitológico, y el hechizo en sí mismo, con la forma de una analogía mágica (algo así como: tal y como fue, puede volver a ser). Los versos muestran aliteración, pero también la rima propia de la poesía cristiana del siglo IX. La primera, más breve, es una bendición de liberación. Cuenta cómo unos espíritus femeninos liberaron a unos guerreros cautivos, y se desea que vuelva a suceder. La segunda muestra cómo Wodan sanó el pie torcido del caballo de Balder.